viernes, 18 de enero de 2013

Un día perfecto

Es un día cualquiera pero no es anodino, es muy especial, es un día perfecto.

Me despierto acurrucada a mi bebé calentito, el duerme todavía, así que no me muevo demasiado y me permito olerlo, sentirlo, respirarlo... voy teniendo conciencia corporal y me siento bien, mejor que otros días. Estoy serena, energética, agradecida por mi cuerpo, mis sensaciones y el nuevo día.
Dando gracias estoy cuando el pequeño se despierta, él es rápido y se incorpora de inmediato y con su voz medio dormida me dice: lus.
Le aviso de que tenga cuidado con sus ojitos, como cada mañana, porque voy a encender la luz y pone sus manitas para taparse. Con la luz encendida y los ojos entornados, nos miramos, nos sonreimos y nos damos un tierno besito.
Enseguida su hemana golpea la puerta de la habitación, nos ha oido y ha salido de su cama para venirse a la nuestra, nos abrazamos y juegamos felices un ratito los tres.

Me siento feliz.

Mis hijos mayores fueron temprano al colegio, contentos, seguros de si, capaces, soñadores, creativos... así los visualizo y mientras bajamos la escalera de casa para ir al comedor les envío un fuerte abrazo de madre y siento como les llega y veo, justo en ese momento, su sonrisa amorosa.

Me siento feliz.

Él también salió temprano, se separó de mi cálido cuerpo casi sin darme yo cuenta. Un suave beso en los labios, un te amo, un luego nos vemos.
Dejó el desayuno preparado para los tres que quedamos en casa  aún cálida por el fuego de la noche anterior. Le agradezco en la distancia tan nutritivo desayuno y los tres nos lo comemos entre risas, manchas e intentos de comer solo... el pequeño... se hace independiente.

Después del desayuno, ellos juegan entre risas y colores y yo recojo mínimamente la casa, ojeo los correos, hago unas breves llamadas exitosas de mi negocio y me pongo a disfrutar con ellos.

Me siento plena, me siento madre.

A las 12'00h él llega a casa, nos damos un laaaargo y cálido abrazo, nos miramos a los ojos y nos lo decimos todo. Charlamos poco. Yo salgo y puedo ir a piscina para disfrutar del agua que tanto me gusta y agradezco tener a disposición o quizás tenga un consulta, el privilegio de acompañar a una mujer en su crecimiento personal, el privilegio de estar a su lado viéndome, creciendo... A las dos llego a casa. Huele a rica comida puesta al fuego. Mis pequeños se tiran a mis piernas vitoreando mamaaaaaaa y les abrazo con amor.

Beso a mi esposo despacio en los labios y entre animadas charlas acabamos de hacer la comida. Mientras ponemos la mesa llegan los demás, contentos de haber acabado la jornada. Saludos, besos, breve interrogatorio sobre la mañana y se tirán al sofá a por un merecido descanso mientras ojean algún dibujo animado en televisión y nosotros terminamos la comida.

Con todos en casa me siento tan tan nutrida, tan tan abundante... y puedo abstraerme del bullicio jaleoso que se origina y mirar desde el corazón lo que soy, lo que somos, y un regocijo me llena el alma... y no se si hoy me engordará lo que como  o la felicidad que siento.

Es el momento de escabullirse del salón. Con un té humeante entre las manos nos subimos sin mucho anuncio a la habitación, nos quitamos la ropa más gruesa y nos metemos bajo el tibio edredón, nos acoplamos y hecemos una pequeña siesta, quizás nos acariciamos, quizás nos quedamos dormidos... 20 minutos, media hora... el bullicio infantil no da para más.

Mientras los mayores hacen las tareas del cole y los pequeños les imitan como si estuvieran en un colegio fantástico retomo mi negocio, cierro alguna cita y me siento libre e independiente. Después inventamos un juego y pasamos la tarde jugando. Quizás, si hace bueno salgamos a la calle.

La cena llega sobre las ocho y media nueve... mis retoños la devoran y felices se van recogiendo cada uno a su habitación, preparan las cositas y la ropa del día siguiente y se cuestan, quizás para leer un poquito, quizás ya para domir vencidos por el abrazo de Morfeo.

Si él está en casa, preparará la cena para nosotros dos, mientras yo duermo a los dos más pequeños. A las diez, más o menos, todos duermen. Yo me delizo de entre las sábanas para encontrarme en el silencio y la tranquilidad que produce hablar ahora solo con adultos... cenamos a la luz de las velas y el calor de la chimenea. Empiezo a sentirme mujer, amante, sexi, libre.... y ahora hay muchas opciones: trabajo, película, tantra, lecturas comunes, masaje... creo que hoy veremos una peli romántica y después....

CUALQUIER COSA QUE PODAMOS IMAGINAR, YA ES.

4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo. Un día perfecto. Una familia perfecta. :) Qué envidia me das...

    ResponderEliminar
  2. gracias , precioso día, te felicito porque lo has hecho realidad, y si lo estás creando, ya es, un abrazo amoroso hasta tu corazón.

    ResponderEliminar
  3. gracias por compartirlo, pues nos facilitas crear el nuestro, si realmente lo estás viviendo enhorabuena, y si lo estás creando tambien, porque ya es para tí. un abrazo hasta tu corazón.

    ResponderEliminar
  4. Querida anónimo, si lo puedes imaginar ya es :)), así que nada de envidias.... ¡a crear!!!!

    Gracias Mercedes por tu abrazo... ahí andamos en proceso de valorar lo que tengo, que no es poco, y sentirme plena es este ahora.

    Un abrazo cálido

    ResponderEliminar